Entrevista con Miguel Márquez

En esta entrevista el reconocido poeta venezolano Miguel Márquez (1955), fundador del Grupo Tráfico, director de la colección El Perro y la Rana -vital empresa editorial cuyo proyecto es poner la gran cultura al servicio de todos, como lo demuestran sus populares tirajes de 50 mil ejemplares vendidos a tan solo un dólar- toca los puntos neurálgicos de la política continental y celebra la cultura como un puente de futuras confabulaciones humanas.

¿Cuál es la percepción que se tiene en Venezuela de lo que está ocurriendo en Colombia?
Trataré de responder desde una perspectiva personal con unas palabras que escribí a propósito del caso Emmanuel y el manejo de la (des)información, en relación a la estrategia del diferimiento, la sordina, las guarimbas del silencio, los medios de comunicación nativos y foráneos que han alcanzado una destreza notable. Éstos esconden y sepultan noticias con una habilidad delictiva que raya en el calificativo de profesionales. Dejan pasar, pasan agachados, amordazan como esbirros de palacio lo que no les conviene. Conservan el derecho de admisión y de exclusión con escrupuloso rigor e implacables borrones, confusiones, dictámenes. Traigo como ejemplo lo ocurrido con Clara Rojas y Consuelo González. Pareciera que ya son periódico de ayer, sobre todo, lo que dijeron al ser liberadas.
Dejando de lado la gratitud con el presidente Chávez (que les da tanto escozor a la prensa y a la televisión), pocos comentan lo expresado por ellas y el significado profundo de sus opiniones. La ex senadora Consuelo González, con los ojos bien abiertos y palabras lentas, dolorosamente sobrias, lúcidas, censuró con precisión el secuestro con la valiente dignidad de su padecimiento y el de los que todavía sufren la inhumana suspensión de la existencia, el paréntesis prolongado de los derechos humanos, la privación irresponsable de la libertad, la tortura. Refirió también la necesidad de una acción colectiva para enfrentar esta situación, manifestó su sorpresa ante los obstáculos que puso el gobierno de Uribe para lograr su regreso a la vida, así como su voluntad para continuar luchando por el intercambio humanitario. Y propuso:

1. Que el presidente Chávez continúe como facilitador del canje humanitario.

2. La necesidad de discutir las reformas que plantean las FARC.

3. Negociar la paz, por la vía de incorporar a las FARC en un escenario político que no contempla el exterminio sino la legitimación de esas voces disidentes a pesar de sus numerosos errores.

4. Sentarse a negociar, a dialogar reconociendo la existencia del otro, pero también que la violencia no es la solución.

5. No cultivar el odio y el agravio.

6. Reconocer la rutina del desgaste psíquico, orgánico y emocional de los secuestrados y la pobreza de sus actividades, reducidas a faenas de sobreviviente.

Recuerdo estas palabras para tener presente un testimonio que va en contra de la política de los medios privados de comunicación. (Privado: que pertenece o está reservado a una persona o a un número limitado y escogido de personas), palabras en contra de la tergiversación, las mentiras, la descalificación, la burla (contra Piedad Córdoba se han ensañado), la miseria (para no reconocer la acción gubernamental nuestra), el afán belicista, el monopolio del conflicto al que aspira Estados Unidos, la criminalización de la política, la paramilitarización de la vida, los himnos brutales a la muerte, la pretensión de acorralar a Venezuela, la disminución del lugar que ocupó y ocupa el presidente Chávez en este tema, las prácticas retóricas que buscan esconder los problemas de fondo y que mantienen en pie a la guerrilla colombiana, las descalificaciones que impiden de entrada cualquier zona de encuentro y negociación.
Las palabras de la ex senadora son en verdad un “consuelo” (alivio de la pena o del dolor que afligen y oprimen el ánimo), una puerta en la selva donde el terrorismo de Estado teje la más tupida pared de violencia con el diseño del Plan Colombia (con tantas miras a nuestro país). Ella otra vez, en otro calabozo, otros barrotes. Qué vaina. Sin embargo, de la entereza de esta ex senadora es mucho lo que debemos esperar. Entereza probada y comprobada. Claridad del habla. Alivio y resurrección. No será tan fácil silenciarla.

A su juicio, ¿por qué existen tantos intelectuales que se han pasado a la disidencia?
En la segunda parte de los años sesenta, uno encuentra que el mundo entero es un espacio geopolítico muy convulsionado, hay guerrillas en buena parte del continente, huelgas generales, estudiantiles, sindicales, etc. En la Conferencia Tricontinental, celebrada en La Habana, donde asisten países de Asia, África y América Latina, se respaldan resoluciones contra el colonialismo y el imperialismo. Son allanadas muchas universidades, entre ellas la Central de Venezuela. Se produce la matanza de Tlatelolco. Es fusilado Ernesto Che Guevara en Bolivia. Actúa el Frente Sandinista de Liberación en Nicaragua, arde Guatemala y mueren en menos de un año 2.800 intelectuales, estudiantes, dirigentes campesinos y sindicales. Son asesinados en Estados Unidos Malcolm X y Martin Luther King. Y este mismo país bombardea con toda su furia imperial a Vietnam (en un solo bombardeo lanza 1.300 toneladas de napalm). Ocurre la “Primavera de Praga”, la “guerra de los seis días”. La Unión Soviética invade Checoslovaquia. Se produce el Mayo Francés.

Todo esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia del movimiento estudiantil e intelectual en la actualidad, cuando la situación mundial es estremecedora: Afganistán, Irak, Irán, el Líbano, Palestina, el resurgimiento neofascista internacional, la intervención también de Estados Unidos en Colombia como punta de lanza de sus agresiones en la región, el golpe de Estado a Venezuela, el bombardeo a Ecuador, la ingerencia gringa en los movimientos divisionistas en Bolivia, el asesinato a los mexicanos que intentan buscar suerte en el país yanqui, etc. Entonces, ¿qué ha pasado con los intelectuales que hoy defienden las políticas neoliberales? No lo sé, pero sería interesante que pensáramos en los modos de percepción de lo real, en los efectos de la globalización, en los cansancios utópicos del alma que produce el capital con su laberinto individualista y totémico, por la vía de lo mediático, la industria de la diversión, Internet, construyendo lo que quieren que sea el único lugar posible. Un lugar virtual donde la vida no vale mucho, y donde la modernidad está colgada del escepticismo como una prenda en el legitimado e incuestionable espacio de las desigualdades. Pero sé también como ustedes que mucha gente nueva está insurgiendo con propuestas progresistas. Que lo digamos nosotros en gratitud a los cubanos, con la Misión Robinson (alfabetización), con Barrio Adentro (médicos en los barrios populares), Misión Milagro (oftalmología), y tantas cosas más que han venido a fortalecer una idea de lo público donde el más débil es prioritario, donde la exclusión es la enemiga, donde el protagonismo y la organización del pueblo es la tarea mayor, así como la educación. Venezuela está impulsando el Alba y son muchos los proyectos en torno a esta alternativa, y es grande la influencia de nuestro país en otras regiones del continente y más allá. Y finalmente, a la hora de hacer las cuentas, creo que nos sorprenderíamos si observamos con claridad la nutrida calidad de escritores, pensadores, artistas, que están impulsando los cambios en todas partes del mundo con los mismos bríos que ayer tuvieron, pero esto no es publicitado por los grandes medios, donde la censura es radical.

La Revolución Bolivariana ha creado una corriente migratoria que va in crescendo. ¿Tiene el Estado venezolano la capacidad de recibir y acomodar semejante oleada de gente?
Una gran corriente bolivariana ve en nuestro país no sólo una referencia libertaria, sino también el diseño de un modelo de vida social en construcción que es defendido con pasión existencial y claridad política. Esto para muchos de nosotros es un orgullo, pues el sueño de la patria grande no es retórica sino una necesidad. Este es un país que tiene como norte la inclusión, así que bueno, el problema que apuntan es más bien de los países europeos y de los Estados Unidos, donde prevalece una mirada detestable, indigna y criminal sobre los “otros”. Si no que lo digan Bush y Berlusconni.

¿Por qué el nombre de la editorial (El perro y la Rana) que ahora dirige?
El nombre se debe a que así la bautizó Farruco Sesto, ministro de Cultura y poeta. Sobre todo creo que a este último se le ocurrió la idea lúdica, fecunda por ambos lados, que tiene como virtud, entre otras, el no remitirse al ámbito de lo “oficial”.

¿Qué papel jugará la imaginación en el destino de Venezuela? ¿Y qué papel jugará en el destino de Colombia?
Esta es una buena ocasión para que respondan rápido los perros y las ranas, pues sin duda la creación es nuestro destino, el estímulo a las infinitas maneras de inventar el porvenir, los cronopios al poder diría Cortázar, los que tienen nuevas cosas que decir, los que no le tienen miedo a equivocarse. Abajo las conservadoras políticas separatistas, excluyentes. Unamos nuestros vallenatos, nuestros joropos, nuestros tambores, nuestras gaitas, nuestra gente en una ola expansiva de generosidad y deseos de buena vida en común, inventemos un mundo sin pobreza, sin mendigos, sin miseria. Para esto necesitamos a los poetas, a los teatreros, a los decimistas, a los copleros. En eso deberíamos estar. Fuera los paramilitares, fuera el terrorismo de Estado, fuera el continuismo de los privilegios.

¿Cómo ha sido la experiencia de participar en la revolución educativa venezolana?
Es una experiencia vivificante, en el sentido de la recuperación de los significados profundos de la psique individual y colectiva, de rejuvenecer a tiempo, de participar en el apoyo a la expresión de numerosísimos creadores que desconocíamos, de entrar en contacto con un proyecto de país más amplio, más digno, más libre. Como decimos aquí, el pueblo es la cultura, y el sentido de entroncar con esas fuerzas que vienen desde hace tanto, es invalorable. Por eso, estoy muy agradecido y emocionado. En ocasiones, cuando veo la inmensa cantidad de libros que hemos producido, me luce que no es verdad, y en no pocas oportunidades, se los juro, no entiendo cómo es tangible tanta belleza. Como diría Nietzsche, en situaciones así, da la humana y honesta sensación de que hubiéramos hecho trampa.