Entrevista a José Corredor Núñez

Hace muchos años, en un camión cargado con bultos de papa, y para escapar de las garras feroces de los “chulavitas”, el ex congresista liberal José Corredor Núñez huyó de El Cocuy (Boyacá,) al lado de sus padres. Así comenzó una existencia apasionante donde cada fecha ha tenido la tensión y el arrojo de la densa aventura existencial. Nuestro entrevistado jura haber adquirido la lucidez y la sensibilidad que inocula el exilio: la lucidez de los desplazados. Así recorrió un camino que lo llevó de la modesta condición de estudiante provinciano inmerso en la gran urbe a personaje fulgurante de la política, el derecho y la seguridad social. Corredor quien fuera elogiado por Don Guillermo Cano como uno de los pocos políticos honestos del país, era uno de los hombres más cercanos a Luis Carlos Galán y fungía como coordinador de su campaña presidencial en Cundinamarca hasta la terrible noche del magnicidio acaecido en Soacha. Su memoria de ese carnaval fúnebre sirve para hacer un homenaje al líder asesinado hace veinte años.

Veinte años después del trágico asesinato de Luís Carlos Galán, recuérdenos esos instantes fatales. Sabemos que usted estaba con el líder cuando fue ultimado.

Esta pregunta coloca mi alma en agotada ebullición. No es fácil guardar serenidad ante un magnicidio que acabó con la esperanza de la mayoría de colombianos, que veíamos en Galán, el hombre destinado a gobernar el país bajo los parámetros de la ética y con el irreductible propósito de luchar contra las prácticas que han venido erosionando peligrosamente la democracia y la sana convivencia entre los ciudadanos.

La figura de Galán resultó incómoda para muchos sectores políticos y una amenaza para los carteles de narcotraficantes, especialmente para el de Medellín, ya que no le tembló el pulso, para descalificar y expulsar en plena luz del día y en la plaza pública a Pablo Escobar, quien intentó penetrar a sus filas, prevaliéndose del deseo de hacer política.

Galán fue rebelde dentro del Partido Liberal, pero nunca se fue de él. Al contrario, disolvió su movimiento, el Nuevo Liberalismo, cuando la convención del partido, reunida en Cartagena, lo aclamó y le dio luz verde para emprender la marcha hacia la Casa de Nariño como Presidente de los colombianos.

Se discutía entonces, acerca de la extradición de los narcos hacia las cárceles de Estados Unidos y avanzaban los procesos en ese sentido, ante lo cual y ante la evidencia de que Galán sería presidente, los carteles arreciaron la persecución contra el virtual mandatario. Galán nos lo dijo a quiénes para la época éramos miembros de las corporaciones públicas y coordinadores políticos y lo alcanzó a denunciar públicamente: el Cartel de Medellín empezó ofreciendo 100 millones de pesos y luego aumentó a 200 por su muerte.

El acto en el Municipio de Soacha se había aplazado varias veces, y después del asesinato se comprobó que si se frustraba el crimen allí, al otro día, explotaría un carro bomba en Villeta.

Personalmente interrogué a Torregrosa (jefe de seguridad), en el apartamento de Galán, por el arco de protección en Soacha y me contestó que todo estaba previsto y que hasta en los tejados habría agentes de seguridad. Sin embargo no fue así, ya que cuando entramos a la plaza y Galán subió a la tarima, inmediatamente dispararon contra él, contra el escolta más antiguo y contra el Concejal de Soacha, quién manejaba el micrófono y quién nos alcanzó a advertir que no nos subiéramos a la tarima, hecho que evitó un mayor número de muertos.

Caído Galán, fue recogido y subido en el automóvil de César Gaviria, entonces Ministro de Gobierno quien era un reciente galanista; recuerdo que ese auto tenía una placa que era una ironía y una videncia: Terminaba en 007…

Hoy el mundo de la política, en el cual usted se movió con versatilidad hasta llegar a ser Diputado de Cundinamarca y Representante a la Cámara, parece estar más contaminado que nunca por fuerzas oscuras. ¿Cómo podremos desarticularlas para que la ideología recupere su perdida grandeza?

Es evidente que la corrupción ha penetrado los estadios de la política y que el dinero o la cobardía de muchos seudodirigentes han resultado superiores a los principios y valores que deben guiar el accionar político y la conducta de los ciudadanos en general. Es lamentable que quienes han adquirido la credencial de parlamentarios resulten cuestionados por "narcopolíticos", "farcpolíticos", "parapolíticos", "yidispolíticos", "notariopolíticos", "malversapolíticos" y otros epítetos nada agradables, y que una cárcel como La Picota, hoy albergue a tantos de esos personajes que bien valdría cambiarle el nombre y llamarla "El congresito".

Enumere las principales falencias que tiene la seguridad social en Colombia.

La seguridad social como derecho irrenunciable por mandato constitucional y como concepción filosófica, según la cual, al decir del acorazado Otto Bismarck: "al hombre hay que protegerlo desde el vientre hasta la tumba", resulta indiscutible. Sin embargo, los legisladores y el gobierno, al desarrollar el derecho, al elaborar la Ley 100 de 1993 y los Decretos Reglamentarios, actuaron bajo la óptica del Ministro de Salud de la época, Juan Luis Londoño, de convertir el régimen en un negocio.

La meta de que a partir del año 2000 no habría ningún habitante en Colombia que no estuviera cubierto por el sistema, no se ha logrado. Los profesionales de la salud, son explotados por las instituciones prestadoras de los servicios IPS, quienes han apelado a la figura de las cooperativas de trabajo asociado como mecanismo para eludir el cumplimiento de los deberes y derechos consagrados en el Código Sustantivo del Trabajo.

Las empresas promotoras de salud "EPS.", condicionan a los profesionales de la salud a formular medicamentos preseleccionados y a ordenar exámenes igualmente limitados y a negar servicios y medicamentos esenciales, razón por la cual, los usuarios han tenido que apelar a la Tutela ante los Jueces, para que se orden la atención debida.

El valor de las cuotas moderadoras o bonos resultan desproporcionados frente al servicio que le prestan a los pacientes o al valor de la fórmula recetada.

En muchas ocasiones, los usuarios, tienen que buscar los servicios de urgencias para que se les preste atención, pues en condiciones normales, hay que programar la enfermedad para que concuerde con los turnos establecidos por la IPS.

En materia de reconocimiento de pensiones también los beneficiarios tienen que soportar verdaderas torturas, por cuanto las entidades encargadas de los reconocimientos y pagos, de manera indolente interpretan las normas a su manera, responden negando las peticiones, invocando argumentos no válidos y ante el aporte de las pruebas del derecho, hacen los reconocimientos, pero liquidan mal.

Los afectados, recurren a la Tutela para proteger sus derechos, los Jueces ordenan los reconocimientos en términos de días, pero esos mandamientos los cumplen escribiéndole al reclamante, informándole que su expediente está en estudio y que una vez éste concluya, le darán respuesta definitiva. De esa manera, el término legal, de cuatro meses para reconocer una pensión, lo dilatan a cuatro años, sin contar con el tiempo que se demoran para efectuar las reliquidaciones.

De otra parte, si bien la Ley 100 de 1993, respetó los derechos pactados en convenciones colectivas, pactos laborales o normas municipales (acuerdos) o Departamentales (ordenanzas), por mandato constitucional (acto legislativo 1 de 2005) a partir del año 2010 perderán su vigencia y tendrán que ajustarse a las disposiciones de la Ley 100, lo cual implica, que a futuro no podrá legislarse en materia pensional, contraviniendo el mandato constitucional.

El ejercicio del poder debe estar a favor de los desprotegidos. ¿Por qué estamos cada vez más lejos de esa finalidad?

Cuando el artículo de la Constitución Política de Colombia define la República como un "Estado Social de Derecho... fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general", está marcando el norte que debe orientar las políticas a desarrollar en materia económica, social y cultural. Sin embargo, ese concepto filosófico está lejos de la realidad. Así por ejemplo, cuando se informa que la pobreza disminuyó pero que la indigencia aumentó, increíble paradoja, surge una obvia inquietud: disminuyó el número de pobres, cuyas condiciones de supervivencia se pauperizaron tanto que pasaron a la indigencia. Aquello lleva a preguntar: ¿Dónde están las políticas y las medidas que apunten a darle plena vigencia al respeto de la dignidad humana? En que están las políticas de empleo que conduzcan a la absorción de la mano de obra y la remuneración decorosa que permita mejorar las condiciones de vida de los compatriotas ¿acaso la concentración de la riqueza, de la propiedad de los bienes y medios de producción, que abren más la brecha entre ricos y pobres, no choca contra el principio de solidaridad y disminuye el mandato de la prevalencia del interés general?

En la actualidad usted hace uso de un merecido retiro. ¿Cuéntenos a que dedica sus horas de ocio?

Mantengo mi oficina de Abogado para ayudar a los sectores populares, alimentado por el principio de la solidaridad. Ejerzo el derecho laboral y los principios de la seguridad social en beneficio de los trabajadores. Continúo presidiendo la Universidad Cooperativa de Colombia, Centro de Educación Superior, que hace presencia en 24 ciudades del país e imparte educación a 44.000 alumnos; formo parte de las Juntas Directivas de la Caja de Compensación Familiar de Cundinamarca, de la IPS "Confasalud" que le presta servicios de salud a 15.000 personas del régimen subsidiado y ocupo la Vicepresidencia de la Sociedad Económica de Amigos del País. También presido el Colegio Colombiano de la Abogacía y ejerzo la Magistratura en el Tribunal Nacional de Garantías del Partido Liberal. Si bien hay que ir doblando páginas, en procura de bajar el ritmo febril de actividad, aun estoy lejos de entrar en el ocio.